San Valentín ha llegado. Ya está aquí uno de los días del año más controvertidos: «el día de los enamorados’’. La polémica de este día tan señalado se corresponde principalmente con dos conceptos que abordaremos en este artículo desde el punto de vista de la psicología: el consumismo y el amor romántico.
Referenciando a Huxley, consumir películas, series, canciones, comida, bebida, tóxicos y hasta a personas, equivale a tragarlo todo sin digerirlo. Es decir, a menudo consumimos casi de manera automática y sin darle un significado real a aquello que tomamos. En San Valentín, como fecha señalada donde se invita a regalarle algo (habitualmente material) a nuestros seres queridos, corremos el riesgo de que esos regalos no tengan un significado real y se conviertan en algo rutinario y sin encanto.
Por otro lado, el concepto de amor romántico o pasional que más frecuentemente tenemos no es algo con lo que nacemos, sino que se aprende y se desarrolla conforme nos relacionamos y creamos vínculos con otras personas. Este concepto implica una atracción hacia otra persona, pero también se asocia con múltiples creencias que hemos aprendido (a través de nuestro entorno y de los medios de comunicación) y guían nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos.
Estas creencias tienen un significado y una utilidad, ya que satisfacen necesidades básicas que son comunes a todos nosotros. El amor nos proporciona un sentido de pertenencia y cohesión con otra persona. Sentirnos vinculados de modo íntimo a alguien nos permite expresarnos y compartir nuestros sentimientos más profundos, salir de la individualidad y construir parte de nuestra identidad como alguien que no está meramente separado del resto, sino que se encuentra conectado a otro de un modo más significativo. El amor a menudo constituye un refugio que separa lo de dentro y lo de fuera, y nos ayuda a sentirnos acompañados, regulando nuestras emociones.
Sin embargo, algunas creencias tradicionalmente asociadas al amor romántico pueden jugar en nuestra contra cuando las interiorizamos y aplicamos en nuestras relaciones sin cuestionarlas. Así, nos encontramos en nuestro día a día diversas creencias que pueden ser un caldo de cultivo para relaciones tóxicas y dañinas:
- El amor es ciego
- Hay que hacerlo y aguantarlo todo por amor
- Si te quiere te hará sufrir
- Si siente celos es porque me quiere
- Mi pareja es mía
- Todo el mundo tiene una media naranja
Estas creencias están influenciadas por la tradición de una sociedad que ha entendido el amor romántico como una confluencia o fusión entre dos personas que solucionan el eterno problema de la soledad al estar juntas casi a cualquier precio. Así, se forman en ocasiones relaciones simbióticas en las que las necesidades de los miembros de la pareja se pueden desatender para favorecer a la supervivencia de la pareja. Esto puede, en consecuencia, causar daño a uno o ambos miembros, que se sacrifiquen en exceso y renuncien a su propia identidad.
Es aquí donde estriba la dificultad de amar y ser amado: cada uno de los miembros de la pareja procede de un mundo distinto de vivencias, y la formación de una relación consiste en combinar esos dos mundos, de modo que surja un nuevo mundo en común en el que ambos se sientan bien y puedan comunicarse de modo auténtico, manteniendo su integridad como individuos.
Amar, según Fromm, consiste más en dar que en recibir, comprometerse sin garantías de que nos darán a cambio lo que esperamos y respetar la dignidad y las necesidades del otro. El amor es un arte y se cultiva con persistencia y respeto.
Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las fresas nada sabe acerca de las uvas.
Paracelso
Esto nos puede ayudar a cambiar nuestra perspectiva de San Valentín para entenderlo como un día en el que se celebra el amor hacia la vida, hacia nosotros mismos y los que nos rodean, y no necesaria y únicamente hacia nuestra pareja o la persona que nos atrae. De hecho, es difícil cultivar el amor por todo lo que nos rodea si primero no nos amamos a nosotros mismos.
Desde Centro Psicosanitario Galiani, prestamos abordaje terapéutico global a la persona, las parejas y familias para que el amor sea un valor que nos hace crecer y no algo que genere sufrimiento. La misión del equipo es trabajar con las creencias, las emociones y las conductas, de modo que permitan desarrollarnos como personas y relacionarnos de forma saludable con los otros, generando un aprendizaje y una toma de conciencia en el camino hacia el bienestar.
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