Cada vez son más las personas que en algún momento de sus vidas son diagnosticadas de depresión; trastorno común en nuestra sociedad cuyos síntomas y signos son reconocidos por todos. La depresión como trastorno es una enfermedad que afecta no sólo a nivel anímico, como es bien sabido, sino que también lo hace de manera directa al organismo, provocando cambios a nivel cerebral.
A pesar de los signos de la depresión, tales como apatía, desinterés, desgana, cambio de hábitos… hay otra sintomatología que no se ve, pero que es responsable en gran medida de todo lo que ocurre: los cambios cerebrales.
Por una parte, se dan una serie de cambios neuroanatómicos relacionados con neurotrasmisores como la serotonina, la dopamina o la noradrenalina; además de eso, se dan unos cambios funcionales relacionados con los sistemas encargados de la regulación emocional y el talante, estos serian los lóbulos frontales y temporales y los ganglios basales, fundamentales para estas funciones (Guadarrama, Escobar y Zhang, 2006).
Todos estos cambios necesariamente tienen un reflejo a nivel cognitivo que hace que muchas de las capacidades o funciones cerebrales responsables de nuestra eficacia diaria se vean mermadas. Muchas son las personas que, tras un largo periodo depresivo o durante el mismo, notan como su manera de hacer las cosas cambia de algún modo y no solo eso, su entorno más cercano es el testigo más evidente.
En un estudio bastante reciente, se quiso ver hasta qué punto aspectos relacionados con la depresión pueden influir en el diagnóstico cognitivo por quejas o sospecha de deterioro. Tal como explicamos, el rendimiento cognitivo fue menor en pacientes depresivos, siendo además la depresión la enfermedad que con más frecuencia se asoció a demencias o alteraciones cognitivas leves (Cenalmor, Bravo, Miranda, Luque, Herrera y Olazarán, 2017).
Cuando estos problemas dan la cara, ya sea en mayor o menor medida, es necesario un especial conocimiento de la situación y empezar un trabajo de estimulación para conseguir que los daños o el deterioro sea mínimo. Con el objetivo de trabajar aspectos que se puedan marcar como deficitarios, un programa de trabajo cognitivo personalizado que ayude a mantener una línea de normalidad siempre es beneficioso para las personas cognitivamente deprimidas; además del beneficio a nivel emocional que puede tener el trabajo bien hecho y las relaciones sociales que se establecen con el mismo.
En Centro Psicosanitario Galiani nos diferenciamos por tener el privilegio de contar con un equipo multidisciplinar desde el que abordamos la depresión cubriendo todos sus aspectos: desde la parte emocional hasta la parte más puramente cognitiva, que siempre es la olvidada.
Si quieres hacer algún comentario sobre el artículo o quieres hacernos llegar alguna consulta, puedes realizarla a través de info@centropsicosanitariogaliani.com.
Referencias:
- Cenalmor, C., Bravo, N., Miranda, J., Luque, E., Herrera, J., y Olazarán, J. (2017). Influencia de la depresión en el diagnóstico inicial y evolutivo del deterioro cognitivo. Revista de Neurología, 65(2), 63-69.
- Guadarrama, L., Escobar, A., y Zhang, L. (2006). Bases neuroquímicas y neuroanatómicas de la depresión. México: Universidad Nacional Autónoma de México.