A día de hoy es muy frecuente escuchar a multitud de personas referir que padecen ansiedad. Y es que, con el ritmo al que se desarrolla nuestro día a día, lo extraño sería que estos síntomas no apareciesen con alguna frecuencia en nuestro organismo.
En primer lugar, sería interesante definir el término ansiedad, entendido como un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. El individuo ansioso experimenta ciertas manifestaciones fisiológicas: sudoración, tensión muscular, quejidos, pulso acelerado, respiración entrecortada, indigestión, diarrea, disfunción sexual, entre otras (Sierra, 2003).
Según Psicodex (2018), la ansiedad se podría diferenciar atendiendo a la siguiente tabla:
Es importante destacar que la ansiedad en sí no es perjudicial para el organismo, ya que todas las personas necesitamos de ella para sobrevivir ante ciertos riesgos y poder estar alerta. Todos estamos aquí gracias a la ansiedad. Somos los descendientes genéticos de una larga saga de personas que tuvieron ansiedad en un momento dado, la cual les permitió luchar o huir ante los peligros. Es esa ansiedad la que nos activaba cuando vivíamos en la selva y teníamos delante a un depredador. Esa ansiedad nos permitía salir huyendo de la situación para luego llegar a nuestra cueva y poder pasar nuestros genes a otras generaciones. Quienes no se pusieron nerviosos ante el depredador, no volvieron nunca a su cueva.
La ansiedad es la respuesta que da nuestro cuerpo cuando percibe una amenaza a la que debe hacer frente. Para ello, se desencadena una activación del sistema nervioso simpático que moviliza los recursos necesarios para luchar o huir de esa amenaza. El problema aparece cuando esa ansiedad se vuelve desadaptativa para el sujeto, es decir, se experimentan niveles excesivos de ansiedad en situaciones que, en principio, no son necesarios.
La ansiedad engloba dos conceptos independientes (Spielgberg y Cubero, 1988):
- Ansiedad Estado: conceptualizada como un estado o condición emocional transitoria del organismo humano, caracterizado por sentimientos subjetivos, conscientemente percibidos, de tensión y aprensión, así como por una hiperactividad del sistema nervioso autónomo.
- Ansiedad Rasgo: señala una propensión ansiosa, relativamente estable, que caracteriza a los individuos con tendencia a percibir las situaciones como amenazadoras, aumentando su ansiedad estado.
Un aspecto fundamental a entender dentro de la sintomatología ansiosa es que NO se puede “controlar”, ya que se deriva de pensamientos inconscientes y por lo tanto, no controlables. El trabajo a desarrollar para poder lograr una adaptación de la ansiedad dentro de la vida diaria, consiste en llevar a cabo un proceso de aprendizaje en la gestión y autorregulación de nuestras emociones.
En Centro Psicosanitario Galiani disponemos de los últimos avances para garantizar una intervención global eficaz que abarque todos los aspectos de la persona, con el objetivo de aprender a gestionar de manera más adaptativa la ansiedad, asegurando un adecuado afrontamiento de la situación por parte del paciente.
Referencias:
- Psicodex (2018). ¿Cuándo es patológica la ansiedad? Psicodex. Recuperado de http://www.psiquiatriapsicologia-dexeus.com/es/unidades.cfm/ID/1087/ESP/-cuando-es-patologica-ansiedad-.htm
- Sierra, J. C. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos. Revista Subjetividades, 3(1), 10-59.
- Spielberger, C. D., y Cubero, N. S. (1988). Cuestionario de ansiedad estado-rasgo. TEA: Madrid.