El suicidio es un tema tabú en nuestra sociedad pero, por mucho que lo obviemos u ocultemos no deja de ser un grave problema. El suicidio es, con un amplio margen, la principal causa de muerte no natural, por delante de los accidentes de tráfico (Asende, 2017), y la segunda causa de fallecimiento entre los 15 y 29 años a nivel mundial en el año 2015 (OMS, 2017).
Cada año 800.000 personas se suicidan y las tentativas son hasta 20 veces más frecuentes. Esto significa que cada 40 segundos una persona se cuestiona el valor de su propia vida y se suicida (OMS, 2017).
Por ello, desde 2003, el 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, como iniciativa de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dichas organizaciones, en este día especialmente, promueven medidas prácticas y compromisos en todo el mundo.
Este año, bajo el lema “Trabajando juntos para la prevención del suicidio” la IASP hace un llamamiento social buscando la movilización de la comunidad, concienciándola y dotándola de herramientas para afrontar esta problemática y de este modo, desde el apoyo de la sociedad, luchar contra dichas cifras.
El suicidio supone un escape extremo ante una situación vital realmente desgarradora para el individuo. Es la concurrencia de múltiples causas la que conduce a una decisión que atenta contra el instinto más básico de los seres vivos: el de supervivencia.
Encontramos su raíz en la historia de cada ser humano; en su historia familiar, los abusos físicos, psicológicos y/o sociales padecidos; en los intentos previos y su estado de salud mental y física; los sucesos vitales estresantes que le someten, las rupturas, pérdidas y otros conflictos emocionales, unidos a los conflictos sociales, laborales, legales y financieros, al estigma, la humillación y otros factores sociológicos propios del entorno en el que este desarrolla su vida (OMS, 2006), la presión de los otros, los cánones impuestos, la situación laboral, el desarraigo familiar que conllevan, entre otras, las migraciones, la abuso de sustancias adictivas, etc. (Navarro-Gómez, 2017).
Cómo reclama la IAPS, las personas que llegan a intentar suicidarse “tienen mucho que enseñarnos sobre cómo las palabras y acciones de los demás son importantes”, en ese momento en el que no encuentran otra alternativa. Suelen reclamar que no querían acabar con su vida, que querían que alguien les frenase. Algunos incluso “buscaron activamente a alguien que pudiera sentir su desesperación” e interesarse por ellos (IASP, 2017).
La asociación subraya cómo “tomarse un minuto para llegar a alguien – un completo extraño o familiar cercano o amigo – puede cambiar el curso de su vida”. Cada intento de suicidio es un grito desesperado de cambio.
Sin embargo, resulta muy difícil intervenir en estas circunstancias. El miedo a cómo hacerlo o a incluso empeorar la situación suelen paralizarnos. Resulta sorprendente descubrir, gracias al testimonio de los supervivientes, que la escucha empática, sin juicios, hubiera marcado la diferencia.
Si has tenido en alguna ocasión intención de acabar con tu vida, o conoces a alguien en estas circunstancias: actúa. En la Guía para la Detección y prevención de la conducta suicida se señalan las siguientes estrategias (Jiménez Pietropaolo, 2017):
- Llama al número de los Servicios de Emergencias Médicas 112. En el SAMUR y Protección Civil cuentan con psicólogos de emergencias a disposición de la persona y su entorno.
- Limita el acceso a métodos lesivos. La sobreingesta medicamentosa es uno de los métodos principales, junto a la precipitación en la ciudad y el ahorcamiento en contextos rurales, tenlo en cuenta.
- Busca compañía. Implica a familia y amigos, hazles saber lo que ocurre y ponle en contacto con los Servicios de Salud Mental.
- Fomenta la comunicación abierta. Escucha, no juzgues, no minimices sus ideas, tómate en serio su amenaza y reconforta con apoyo.
- Recuerda que a pesar de seguir cada protocolo, cada recomendación, no podemos supervisar a nuestro ser querido las 24 horas del día. Como familiar o persona allegada de la persona en riesgo puedes solicitar ayuda especializada. No pases por esto solo, déjate apoyar tú también.
Son múltiples las herramientas disponibles tanto de autoayuda como para familiares para afrontar la intencionalidad suicida. En los sitios web de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (https://www.iasp.info/resources) y de la Organización Mundial de la Salud ( http://www.who.int ) se ofrece información muy valiosa. Además la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (RedAIPIS) facilita numerosas guías esclarecedoras al respecto (https://www.redaipis.org/familiares/)
Referencias
- Asende, M. y Clemente, Y. (14 de Junio de 2017). El imposible mapa de los suicidios en España. Un estudio sobre los puntos negros de las muertes autoinfligidas recuerda la complejidad del fenómeno. El País .
- IASP. (2017). Recuperado el 06 de Septiembre de 2017, de Día Mundial de Prevención del Suicidio 2017: https://iasp.info/wspd2017/
- Jiménez Pietropaolo, J. y. cols. (2017). Guía para familiares. Detección y prevención de la conducta suicida en personas con una enfermedad mental.
- Navarro-Gómez, N. (2017). El suicidio en jóvenes en España: cifras y posibles causas. Análisis de los últimos datos disponibles. Clínica y Salud. Colegio de Psicólogos de Madrid. , 25-31.
- OMS. (Agosto de 2017). OMS. Recuperado el 06 de Septiembre de 2017, de OMS: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs398/es/
- OMS. (2006). Prevención del suicidio. Recursos para consejeros. Ginebra.