La atención a las personas afectadas por demencia constituye una de las cuestiones de mayor actualidad en el panorama existente, haciéndose cada vez más hincapié en la necesidad de atención no sólo a los pacientes afectados, sino a sus familiares ya que en la mayoría de las ocasiones son éstos quienes asumen el rol de cuidadores principales. Enfrentarse a la demencia es una experiencia nueva para la mayoría de las personas. La enfermedad va progresando y conlleva cambios que obligan a una adaptación constante hasta llegar a una fase en la que la persona afectada depende totalmente de su cuidador. La angustia, no saber qué hacer y el desconcierto están presentes desde el inicio de la enfermedad. Todos estos cambios provocan que los cuidadores familiares sufran cambios a nivel psicológico, social y económico, repercutiendo negativamente sobre su salud mental y su vida social y produciendo un aumento gradual en la percepción de sobrecarga (Andrieu y cols, 2005).
Dado que cada persona con demencia es diferente y reacciona de forma distinta, las reacciones y la forma de afrontarla por parte del cuidador también varían, por lo que se hace necesario un programa multidisciplinar personalizado adaptado a las necesidades de cada familia. Cabe tener presente que el cuidado de las personas mayores con dependencia, en especial el de aquellas con demencia, constituye uno de los sucesos que producen mayor estrés de los que se dan en el ciclo familiar (Zarit, 1996). De este modo, aunque tradicionalmente el trabajo se ha centrado en las personas que sufren demencia, en los últimos años se ha enfatizado la inclusión de un programa de intervención a los familiares con el objetivo de minimizar las repercusiones previamente descritas.
En el contexto de atención a la familia, el primer paso fundamental consiste en realizar una evaluación de la situación del familiar/cuidador y del proceso de cuidado de la persona con demencia. Esta evaluación tiene como objetivo fundamental determinar los efectos que el cuidado tiene en su vida cotidiana con especial referencia a su estado emocional. Entre los aspectos a evaluar se encuentran las alteraciones que presenta la persona dependiente así como el impacto que suponen para el cuidador principal y para otros familiares, así como las consecuencias que ocasiona en su entorno familiar, social y laboral (Leturia, Yanguas, Arriola y Uriarte, 2001). Esta valoración permite al profesional determinar hasta qué punto se encuentra el cuidador afectado por su situación y estima la necesidad de proporcionar pautas más adecuadas para mejorar la situación.
En Centro Psicosanitario Galiani realizamos valoraciones integrales tanto de personas afectadas con demencia como de personas con sospecha de un deterioro cognitivo significativo así como de sus familiares/cuidadores, con el objetivo de establecer un programa de intervención integrado y multidisciplinar en el que se contemplen las necesidades no sólo del paciente sino también de los familiares de éste.
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Referencias
- Andrieu, S., Bocquet, H., Joel, A., Gillette-Guyonnet, S., Nourhashemi, F., Salva, A., y Grand, A. (2005). Changes in informal care over one year for elderly persons with Alzheimer’s disease. The journal of nutrition, health & aging, 9(2), 121-126.
- Leturia, F. J., Yanguas, J .J., Arriola, E., y Uriarte, A. (2001). La valoración de las personas mayores: evaluar para conocer, conocer para intervenir. Manual práctico. Madrid: Cáritas Española.
- Zarit, S. H. (1996). Intervention with family caregivers. Washinton: American Psychological Association.